"Casa Museo"
Casa Museo de Don Alejandro Coto: En 1991, cuando la guerra civil salvadoreña aún persistía y la zona de Suchitoto era una de las más afectadas por el conflicto bélico, un pequeño hombre de paz y cultura surgió, promoviendo el arte como método para contrarrestar la violencia. Visitar la casa de este grandioso hombre es una experiencia totalmente indescriptible, recorrer los jardines y visitar el mirador para poder contemplar el hermoso lago es algo inolvidable, más allá de eso están las experiencias de apreciar las colecciones privadas de pintura, la fabulosa biblioteca y discoteca, que darán otro giro a su visita. Sin embargo, lo maravilloso de ir a la casa museo es poder conversar con Don Alejandro Coto, famoso y reconocido artista, músico, escritor, y cineasta salvadoreño, que con su esmero y voluntad propia ha edificado poco a poco, pieza a pieza, uno de los más importantes museos de El Salvador. Don Alejandro en una actitud altruista donó su casa con todas las piezas de museo al Estado Salvadoreño y al pueblo de Suchitoto en 1999. Todos los años más de treinta países ha participado en las diferentes jornadas del Festival de Arte y Cultura celebrada todos los fines de semana de febrero. El teatro “Las Ruinas”, lugar donde se dan cita los diferentes artistas, ha sido construido en una de las primeras tres casas con teja que existían en Suchitoto, dándole un significado aún más valioso y cultural.
La historia entre cuatro paredes
Sencillamente, don Alejandro convirtió su hogar en casa-museo viviente. Una idea genial para quien guarda con tanto amor los tesoros recolectados a lo largo de sus 75 años.
La casa es visitada cada fin de semana por turistas nacionales y extranjeros que se sumergen en una novela viviente cuando su dueño relata las historias de los objetos y muebles.
Mientras la recorre revela con precisión a quién perteneció ese mueble, quién pintó este cuadro o de donde es aquel candelabro. “En este baúl mi abuela guardaba su ropa. Ella mantenía siempre limas frescas dentro para perfumarla y yo me las comía”, recuerda sonriendo.
Don Alejandro es un reconocido cineasta e incansable trabajador por el rescate cultural de Suchitoto. En 1997 fue galardonado con el Premio Nacional de Cultura por el gobierno salvadoreño. Su propiedad es prueba de la pasión por la historia de su ciudad.
En los corredores de la casa –de ladrillo de barro y adornada con columnas y ánforas blancas- se encuentra una máquina de coser de su madre, otro baúl de su tía en donde guardaba el vino de marañón que ella misma preparaba y al final la linotipia que su padre usó cuando inició el negocio de impresiones.
Cada rincón es un escenario. El visitante encuentra un mundo diferente, luego de traspasar cualquier puerta. En la habitación destinada a la capilla se ve un cristo tallado en madera por escultores mayas, custodiado por dos ángeles y una virgen de más de 350 años. La virgen y los santos fueron traídos desde Francia.
La imagen de la virgen –según cuenta Coto- recorría los alrededores de la iglesia de Suchitoto cantando letanías en latín. Esta obra tuvo que ser restaurada luego que en la guerra fuera casi destruída.
En el altar se encuentra Santa Lucía – patrona de Suchitoto- hecha de roble, de una sola pieza, en España. Don Alejandro también muestra y describe con admiración una pequeña imagen de la Virgen de los Dolores de 300 años que se aprecia en la capilla. Pare él a pesar de todo el dolor la imagen refleja majestuosidad y valor.
En su biblioteca se mezclan libros y métodos para tocar el órgano editados en 1803 junto a su primer proyector de películas. Allí descansa un enorme escritorio de principios de siglo XX y una colección de discos y otras antigüedades entre las que se destaca el escudo de la ciudad de Suchitoto, producto de su creatividad.
La sala alberga retratos y caricaturas realizados por sus amigos artistas, además del intacto órgano de madera que perteneció a su madre. Como si se fuera a dar un concierto unas sillas con respaldo de medallón están ubicadas a su alrededor. Un mueble antiguo sobresale en la habitación acompañado de un par de candelabros y un reloj de mesa francés.
Otra de las habitaciones guarda la mayor parte de reconocimientos del dueño de la casa. La impresionante habitación tiene más de 200 galardones. Don Alejandro le llama la “Pedancoteca”. Las múltiples placas y diplomas llegan hasta el techo de la casa a una altura de más 2 metros. En este espacio predominan las cortinas rojas, color favorito del cineasta
En el comedor se encuentra parte de la pinacoteca de más de 130 pinturas de artistas latinoamericanos y europeos. Un aparador protege una vasta colección de copas de cristal genuino y un ánfora de bronce adorna el sobrio comedor. A los lados se encuentran cuatro vetustas sillas que pertenecieron a los primeros magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
Un jardín de fuentes y metáforas
Al entrar en la casona es imposible pasar por alto el hermoso patio rodeado de fuentes y todo tipo de plantas ornamentales. El corredor, con columnas arqueadas, deja que toda la belleza del jardín de la bienvenida al visitante.
Para don Alejandro, ese enorme terreno que se extiende hasta llegar a un acantilado desde donde se ve la belleza de la laguna de Suchitlán es su lugar preferido. “Tengo alma campesina, siempre lo he dicho, me gustan las flores, los árboles, en fin el campo”.
A la mitad del enorme patio se está construyendo una réplica de un río que desciende por una cascada hasta caer sobre una laguna. Los visitantes pueden cruzar el arroyo por un puente estilo japonés. Desde allí se puede apreciar todo el parque.
La simulación del río fue inspirada en un poema de su tío Juan Coto que habla de la belleza de la naturaleza y las flores del campo. Don Alejandro lo recita de memoria mientras observa caer las aguas por la cascada.
El paseo por sus caminos empedrados del vergel bajo la sombra de los árboles logra que la persona que camina sobre sus veredas olvide sus problemas, aunque sea por un momento. El extenso jardín tiene siete fuentes que crean una sinfonía de sonidos relajantes al caer el agua.
Según don Alejandro, aún le faltan nueve fuentes más para completar su diseño. La más grande es la “Fuente de los Evangelistas” que en el centro tiene esculpida una flor con el pistilo en forma de pájaro de donde sale un torrente de agua.
Esta obra es una clara metáfora a la “ciudad del pájaro y la flor”. Además, en esta fuente se pueden observar los íconos de los cuatro evangelistas.
Una de las más amplias plazuelas del jardín es la dedicada a don Buenaventura Coto, padre del propietario de la casa. “Recuerdo muy bien que mi padre me dijo que estaba comprando un barranco que no valía mucho y que era una gran locura.”, comenta don Alejandro con nostalgia.
En el centro de la plaza se encuentra un ánfora griega como tributo a su padre. En el suelo empedrado se ha diseñado una rosa de los vientos que indica los cuatro puntos cardinales. En ese lugar descansa un trapiche de principios de siglo que fue usado en las fincas cañeras de la zona.
Al pasar la placita se llega al mirador
El camino que conduce hasta el altiplano es una representación de la “serpiente emplumada”, principal dios de los indígenas mesoamericanos.
El cuerpo de la serpiente, construido con piedra escamosa, conduce al visitante por una vereda ondulante hasta llegar a la cabeza que constituye el mirador de la laguna de Suchitlán. El paisaje desde ese punto es impresionante y logra que el visitante se detenga, casi por instinto.
¿Como llegar?
Se aborda en la Terminal de Oriente la ruta 129 hacia Suchitoto. Ahí uno debe bajar en el Parque Central. Usualmente hay unas pick ups que lo llevan hasta la casa de Don Alejandro. Si va en vehículo al llegar al Parque Central busque la calle que pasa atrás de la iglesia. No cruce, esa calle lo lleva directamente a la casa de Alejandro Coto.
La historia entre cuatro paredes
Sencillamente, don Alejandro convirtió su hogar en casa-museo viviente. Una idea genial para quien guarda con tanto amor los tesoros recolectados a lo largo de sus 75 años.
La casa es visitada cada fin de semana por turistas nacionales y extranjeros que se sumergen en una novela viviente cuando su dueño relata las historias de los objetos y muebles.
Mientras la recorre revela con precisión a quién perteneció ese mueble, quién pintó este cuadro o de donde es aquel candelabro. “En este baúl mi abuela guardaba su ropa. Ella mantenía siempre limas frescas dentro para perfumarla y yo me las comía”, recuerda sonriendo.
Don Alejandro es un reconocido cineasta e incansable trabajador por el rescate cultural de Suchitoto. En 1997 fue galardonado con el Premio Nacional de Cultura por el gobierno salvadoreño. Su propiedad es prueba de la pasión por la historia de su ciudad.
En los corredores de la casa –de ladrillo de barro y adornada con columnas y ánforas blancas- se encuentra una máquina de coser de su madre, otro baúl de su tía en donde guardaba el vino de marañón que ella misma preparaba y al final la linotipia que su padre usó cuando inició el negocio de impresiones.
Cada rincón es un escenario. El visitante encuentra un mundo diferente, luego de traspasar cualquier puerta. En la habitación destinada a la capilla se ve un cristo tallado en madera por escultores mayas, custodiado por dos ángeles y una virgen de más de 350 años. La virgen y los santos fueron traídos desde Francia.
La imagen de la virgen –según cuenta Coto- recorría los alrededores de la iglesia de Suchitoto cantando letanías en latín. Esta obra tuvo que ser restaurada luego que en la guerra fuera casi destruída.
En el altar se encuentra Santa Lucía – patrona de Suchitoto- hecha de roble, de una sola pieza, en España. Don Alejandro también muestra y describe con admiración una pequeña imagen de la Virgen de los Dolores de 300 años que se aprecia en la capilla. Pare él a pesar de todo el dolor la imagen refleja majestuosidad y valor.
En su biblioteca se mezclan libros y métodos para tocar el órgano editados en 1803 junto a su primer proyector de películas. Allí descansa un enorme escritorio de principios de siglo XX y una colección de discos y otras antigüedades entre las que se destaca el escudo de la ciudad de Suchitoto, producto de su creatividad.
La sala alberga retratos y caricaturas realizados por sus amigos artistas, además del intacto órgano de madera que perteneció a su madre. Como si se fuera a dar un concierto unas sillas con respaldo de medallón están ubicadas a su alrededor. Un mueble antiguo sobresale en la habitación acompañado de un par de candelabros y un reloj de mesa francés.
Otra de las habitaciones guarda la mayor parte de reconocimientos del dueño de la casa. La impresionante habitación tiene más de 200 galardones. Don Alejandro le llama la “Pedancoteca”. Las múltiples placas y diplomas llegan hasta el techo de la casa a una altura de más 2 metros. En este espacio predominan las cortinas rojas, color favorito del cineasta
En el comedor se encuentra parte de la pinacoteca de más de 130 pinturas de artistas latinoamericanos y europeos. Un aparador protege una vasta colección de copas de cristal genuino y un ánfora de bronce adorna el sobrio comedor. A los lados se encuentran cuatro vetustas sillas que pertenecieron a los primeros magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
Un jardín de fuentes y metáforas
Al entrar en la casona es imposible pasar por alto el hermoso patio rodeado de fuentes y todo tipo de plantas ornamentales. El corredor, con columnas arqueadas, deja que toda la belleza del jardín de la bienvenida al visitante.
Para don Alejandro, ese enorme terreno que se extiende hasta llegar a un acantilado desde donde se ve la belleza de la laguna de Suchitlán es su lugar preferido. “Tengo alma campesina, siempre lo he dicho, me gustan las flores, los árboles, en fin el campo”.
A la mitad del enorme patio se está construyendo una réplica de un río que desciende por una cascada hasta caer sobre una laguna. Los visitantes pueden cruzar el arroyo por un puente estilo japonés. Desde allí se puede apreciar todo el parque.
La simulación del río fue inspirada en un poema de su tío Juan Coto que habla de la belleza de la naturaleza y las flores del campo. Don Alejandro lo recita de memoria mientras observa caer las aguas por la cascada.
El paseo por sus caminos empedrados del vergel bajo la sombra de los árboles logra que la persona que camina sobre sus veredas olvide sus problemas, aunque sea por un momento. El extenso jardín tiene siete fuentes que crean una sinfonía de sonidos relajantes al caer el agua.
Según don Alejandro, aún le faltan nueve fuentes más para completar su diseño. La más grande es la “Fuente de los Evangelistas” que en el centro tiene esculpida una flor con el pistilo en forma de pájaro de donde sale un torrente de agua.
Esta obra es una clara metáfora a la “ciudad del pájaro y la flor”. Además, en esta fuente se pueden observar los íconos de los cuatro evangelistas.
Una de las más amplias plazuelas del jardín es la dedicada a don Buenaventura Coto, padre del propietario de la casa. “Recuerdo muy bien que mi padre me dijo que estaba comprando un barranco que no valía mucho y que era una gran locura.”, comenta don Alejandro con nostalgia.
En el centro de la plaza se encuentra un ánfora griega como tributo a su padre. En el suelo empedrado se ha diseñado una rosa de los vientos que indica los cuatro puntos cardinales. En ese lugar descansa un trapiche de principios de siglo que fue usado en las fincas cañeras de la zona.
Al pasar la placita se llega al mirador
El camino que conduce hasta el altiplano es una representación de la “serpiente emplumada”, principal dios de los indígenas mesoamericanos.
El cuerpo de la serpiente, construido con piedra escamosa, conduce al visitante por una vereda ondulante hasta llegar a la cabeza que constituye el mirador de la laguna de Suchitlán. El paisaje desde ese punto es impresionante y logra que el visitante se detenga, casi por instinto.
¿Como llegar?
Se aborda en la Terminal de Oriente la ruta 129 hacia Suchitoto. Ahí uno debe bajar en el Parque Central. Usualmente hay unas pick ups que lo llevan hasta la casa de Don Alejandro. Si va en vehículo al llegar al Parque Central busque la calle que pasa atrás de la iglesia. No cruce, esa calle lo lleva directamente a la casa de Alejandro Coto.
12 de febrero de 2016, 20:42
Extraordinario Hombre de Bien...D. Alejandro Cotto. Gracias...